ESCUELA DE OFICIALES
DE LA POLICÍA NACIONAL DEL PERÚ
INFORME DE LECTURA
N°…
LÓGICA
CASO: “2”
APELLIDOS Y NOMBRES: ALCANTARA REYES Jeen Pool
Año: 1 ro Sección: ( A ) N°
de Orden: 32 Fecha:
Catedrático: MG.
DANTE A. HURTADO SARAVIA
I. PRESENTACIÓN DEL CASO:
Mónica Janette Santa María
Smith, conocida simplemente como Mónica Santa María, nació en la ciudad de
Lima el 6 de diciembre
de 1972. Hija de Judy Smith, ciudadana canadiense y de Danilo
Santa María, Mónica fue la segunda de las hijas y al igual que sus hermanas
estudió primaria y secundaria en el colegio Nuestra Señora del Carmen, ubicado
en el distrito de Miraflores.
Debido a su personalidad extrovertida, belleza e inteligencia, desde
pequeña siempre se destacó, convirtiéndose en punto de vista de los
cazatalentos. Mónica tenía cabello castaño, finas facciones, una hermosa
sonrisa y ojos azules, por lo que su incursión en el mundo del modelaje fue
casi natural. A los nueve años inició su carrera como modelo, grabando su
primer comercial para televisión. Pero su consagración en el mundo del modelaje
infantil se dio en 1985, con un comercial para Shampoo Ammen. A los 14 años,
se convirtió en modelo principal de la marca de cosméticos YANBAL, -ahora
denominada en Perú UNIQUE por cuestiones legales-. Es en este trabajo donde
conoció a su amiga y compañera durante ocho años, Almendra Gomelsky, en el programa infantil
"Nubeluz".
Mónica Santa María tuvo en 1988, una breve aparición en Chiquiticosas,
un programa infantil de TV Perú que era conducido por Mirtha Patiño, con una presentación de danza junto con otras chicas.
Después de terminar el colegio, en diciembre de 1989, graduándose con
honores, la cadena peruana de TV Panamericana Televisión inició una audición a comienzos de 1990, para elegir a las conductoras
de un nuevo programa. Mónica fue la primera en presentarse al casting junto a
más de 300 chicas, y debido a su desenvolvimiento frente a las cámaras, fue
elegida por los productores, luego de su primera audición, para ser una de las Dalinas del programa infantil Nubeluz.
Junto con Almendra Gomelsky, se encargó
de la conducción del programa, que llegó a ser visto por 24 millones de
televidentes de habla hispana, así como en otros 19 países.
En junio de 1990, tres meses antes de comenzar a grabar el programa Nubeluz, entró a estudiar una especialización llamada "Empresarios"
en el Centro de Desarrollo Gerencial, una extensión de la Universidad del Pacífico en Lima. Pese a tener notas sobresalientes en las materias, se vio
obligada a retirarse en agosto de 1992, debido a las constantes giras que ella
tenía que hacer por el programa.
En 1991, inició una relación muy buena con Diego Bertie, quien trabajaba al lado de ella en el mismo
recinto del Amauta, grabando la telenovela Natacha y era un invitado
frecuente en Nubeluz por lo que la prensa insinuaba un romance, lo que
nunca se confirmó. Luego tuvo una tormentosa relación sentimental con Diego
Ferrand, después con Arturo Bayly, del cual fueron víctimas de un chantaje al
ser grabados en las fiestas realizadas por el Clan Calígula y
posteriormente con Constantino Heredia ("Tino"), joven heredero de la
entonces empresa embotelladora de Pepsi en Perú.
A comienzos de 1993, las depresiones de Mónica eran cada vez más
intensas e inexplicables por lo que decidió renunciar a Nubeluz en marzo de dicho año, para radicarse junto con su novio, Tino,
en Washington D.C., Estados Unidos. Debido a su sentimiento de
soledad y a los constantes viajes de su novio a Perú, regresó a Lima y retomó la conducción del programa, viviendo con Tino en una exclusiva
zona de la capital peruana, La Molina. Mónica consumía sedantes para aliviar de
alguna forma sus males. Su soledad solo era contrastada con el trabajo, padecía
estrés y al parecer un trastorno bipolar, por el que nunca recibió
ayuda médica.
El sábado 12 de marzo de 1994, la crema y nata de
la alta sociedad limeña se congregó en la iglesia “María Reina” de San Isidro
para celebrar el matrimonio de Héctor Banchero Herrera. Entre los asistentes,
llamaba la atención una bellísima joven de delicadas facciones. Su piel,
bronceada artificialmente, brillaba con el elegante vestido de lentejuelas y
las finas joyas que la adornaban. Cuando sintió las miradas posándose en ella,
Mónica Santa María esbozó una amplia sonrisa. Conocía esa admiración desmedida:
la había sentido desde que era una niña.
- ¡Es la “dalina”!- gritó un entusiasmado niño.
En la recepción de la boda, un bullicioso grupo de chiquillos corrió hacia Mónica, una de las animadoras del programa infantil más exitoso del Perú y Latinoamérica: “Nubeluz”. Los pequeños reían con sus graciosas muecas y se tomaban fotos con su artista favorita. Mientras los flashes destellaban sobre su rostro, los juguetones ojos azules de Mónica se posaron en un joven trigueño y de cejas pobladas. Se acercó a Constantino Heredia, un empresario de 26 años, de quien estaba perdidamente enamorada. La “dalina” paseó su mirada entre los presentes y se detuvo ante la novia. No era para menos. El gran sueño de Mónica era casarse. Ella no concebía otra idea de la felicidad que la fantasía del vestido blanco y la luna de miel. Mónica le comentó a su pareja que nada le gustaría más que su matrimonio fuera como el que estaban viendo.
- Ya te dije que no pienso casarme.- le aclaró el joven.
Estas palabras rompieron en mil pedazos las ilusiones de Mónica.
- ¡Eres un imbécil!- le gritó a Constantino. Se portaba como una niña caprichosa y malcriada.- ¡Lárgate, no quiero verte nunca más!
Los enamorados se enfrascaron en una encendida discusión. Poco después, Constantino se retiró de la fiesta, visiblemente molesto y hastiado de ella.
Las 11 PM marcó el inicio del trágico juego de la “dalina”. En su departamento de La Molina, la joven recordó lo que acababa de hacer. Después que Constantino se fuera de la recepción, había ido a su casa para recoger un maletín. Allí se enteró que su enamorado había salido a una fiesta en la playa de Naplo, al sur de Lima. Profundamente herida, se propuso hacerle pagar su indiferencia. La oportunidad se presentó cuando encontró una pistola “Sig Sauer” de 9 mm dentro del carro de Constantino; con la que jugueteó largas horas antes de tomar una decisión. En el ínterin, llamó al celular del joven, informándole que tenía el arma. Lejos de la capital, un nervioso Constantino avisó a los padres de Mónica lo que sucedía. Les pidió, por favor, que recuperaran la pistola de inmediato. Temía lo peor.
La “dalina” había tomado unos sedantes y estaba profundamente dormida. Sin embargo, unos incesantes ruidos en su habitación la despertaron. Danilo Santa María y Judy Smith, sus padres, buscaban con desesperación el arma por todos los rincones.
- No tengo ninguna pistola.- mintió, muy irritada.- Y déjenme en paz, quiero estar sola.
El matrimonio Santa María no tuvo más remedio que retirarse, pues conocían el carácter explosivo de su hija y la bipolaridad de su personalidad.
En la centro del cuarto, un televisor Sony de pantalla gigante emite un programa con el volumen bajo. En el friobar, una botella de jugo de naranja se enfría sola. Sobre la mesita de noche, dos libros: la biografía de Jackeline Kennedy y la historia de una princesa “que lo tenía todo, pero no era feliz”. Junto a los textos, varias cajas del somnífero “Rohypnol”, catalogada como droga ilegal por la fuerte dependencia que produce. A las 2:15 AM, Constantino recibe un fatal mensaje que no escucha en ese momento. Mónica, con voz entrecortada pero amenazante, dice:
“Lo único que querías era tu pistola, ¿no? No te preocupes, cuando termine de hacer todo lo que tenga que hacer, puedes pedirle a César Coello las llaves y recogerla. Y deja de llamar a mis papás y decir que yo la tengo, porque no te van a creer, creen que estás loco. ¿OK?”
A sus 21 años, Mónica Santa María había conseguido lo que cualquier persona anhela en la vida: belleza, fama, dinero, amor y un promisorio futuro. Irónicamente, si bien esta desgastada fórmula de la felicidad funciona para la mayoría, no lo hacía para ella. Había llegado al límite entre la adolescencia y la juventud llevando una carga demasiado pesada sobre sus frágiles hombros. La fama absoluta la había envuelto en una interminable espiral de luces y colores, que la aturdió y la sumió en la más desgarradora soledad. Lo único que pasaba por su confundida mente era encontrar una salida, pero la honda depresión que la afectaba constantemente le generaba una incapacidad para solucionar sus problemas de manera normal.
Cerca de las 3 AM, Mónica decidió llevar a cabo su séptimo intento de suicidio. Paseó una mirada llorosa por la habitación. En la pared frente a ella, leyó en una cartulina azul una oración que termina agradeciendo a Dios por una muerte tranquila. Se recostó sobre su cama, rodeada de peluches y cojines, y cogió la pistola con la empuñadura hacia arriba. La marea subió en sus ojos azules y recorrió lentamente sus sensuales pómulos. Cuando la humedad expelida llegó a sus carnosos labios, le sabía a amargura. Ahora, ya no existía otro sabor más en su vida. El frío cañón de la pistola entró en su boca. Ella apretó el gatillo con furia. El proyectil se abrió como una rosa, destruyéndola en un instante.
La muerte de la “dalina chiquita”, como la llamaban con cariño los niños, fue sinónimo de duelo nacional. El dolor y la consternación se apoderaron de toda una generación de niños que esperaba ansiosamente el fin de semana, donde Mónica les regalaba una amplia sonrisa, los arrullaba con una tierna canción o les soltaba un didáctico consejo en “Nubeluz”. Los pequeños no comprendían como su querida “dalina”, la joven que les hablaba sobre lo bello que era vivir, se sentía miserable y se había auto-eliminado.
Nada ni nadie fue capaz de retenerla en este mundo. Desde temprana edad, Mónica tenía talento y capacidad para desarrollarse en las áreas más importantes de una persona: la ciencia y el arte. Dotada de inteligencia y visión de la realidad, buscaba la parte interior que le faltaba. Se embarcó en una búsqueda desesperada: devoraba libros de yoga y metafísica, con el propósito de encontrar una nueva dimensión del “ser”, que le era tan esquiva. Pero estas aspiraciones chocaban con el papel que le tocaba representar en el medio superficial que tanto detestaba. Hastiada de su eterno rol de actriz, donde llevaba una perpetua máscara risueña, optó por dejar de sufrir. En el lugar donde alguna vez brilló su hermoso rostro, sólo quedó a partir de entonces una sombra de sangre oscura.
- ¡Es la “dalina”!- gritó un entusiasmado niño.
En la recepción de la boda, un bullicioso grupo de chiquillos corrió hacia Mónica, una de las animadoras del programa infantil más exitoso del Perú y Latinoamérica: “Nubeluz”. Los pequeños reían con sus graciosas muecas y se tomaban fotos con su artista favorita. Mientras los flashes destellaban sobre su rostro, los juguetones ojos azules de Mónica se posaron en un joven trigueño y de cejas pobladas. Se acercó a Constantino Heredia, un empresario de 26 años, de quien estaba perdidamente enamorada. La “dalina” paseó su mirada entre los presentes y se detuvo ante la novia. No era para menos. El gran sueño de Mónica era casarse. Ella no concebía otra idea de la felicidad que la fantasía del vestido blanco y la luna de miel. Mónica le comentó a su pareja que nada le gustaría más que su matrimonio fuera como el que estaban viendo.
- Ya te dije que no pienso casarme.- le aclaró el joven.
Estas palabras rompieron en mil pedazos las ilusiones de Mónica.
- ¡Eres un imbécil!- le gritó a Constantino. Se portaba como una niña caprichosa y malcriada.- ¡Lárgate, no quiero verte nunca más!
Los enamorados se enfrascaron en una encendida discusión. Poco después, Constantino se retiró de la fiesta, visiblemente molesto y hastiado de ella.
Las 11 PM marcó el inicio del trágico juego de la “dalina”. En su departamento de La Molina, la joven recordó lo que acababa de hacer. Después que Constantino se fuera de la recepción, había ido a su casa para recoger un maletín. Allí se enteró que su enamorado había salido a una fiesta en la playa de Naplo, al sur de Lima. Profundamente herida, se propuso hacerle pagar su indiferencia. La oportunidad se presentó cuando encontró una pistola “Sig Sauer” de 9 mm dentro del carro de Constantino; con la que jugueteó largas horas antes de tomar una decisión. En el ínterin, llamó al celular del joven, informándole que tenía el arma. Lejos de la capital, un nervioso Constantino avisó a los padres de Mónica lo que sucedía. Les pidió, por favor, que recuperaran la pistola de inmediato. Temía lo peor.
La “dalina” había tomado unos sedantes y estaba profundamente dormida. Sin embargo, unos incesantes ruidos en su habitación la despertaron. Danilo Santa María y Judy Smith, sus padres, buscaban con desesperación el arma por todos los rincones.
- No tengo ninguna pistola.- mintió, muy irritada.- Y déjenme en paz, quiero estar sola.
El matrimonio Santa María no tuvo más remedio que retirarse, pues conocían el carácter explosivo de su hija y la bipolaridad de su personalidad.
En la centro del cuarto, un televisor Sony de pantalla gigante emite un programa con el volumen bajo. En el friobar, una botella de jugo de naranja se enfría sola. Sobre la mesita de noche, dos libros: la biografía de Jackeline Kennedy y la historia de una princesa “que lo tenía todo, pero no era feliz”. Junto a los textos, varias cajas del somnífero “Rohypnol”, catalogada como droga ilegal por la fuerte dependencia que produce. A las 2:15 AM, Constantino recibe un fatal mensaje que no escucha en ese momento. Mónica, con voz entrecortada pero amenazante, dice:
“Lo único que querías era tu pistola, ¿no? No te preocupes, cuando termine de hacer todo lo que tenga que hacer, puedes pedirle a César Coello las llaves y recogerla. Y deja de llamar a mis papás y decir que yo la tengo, porque no te van a creer, creen que estás loco. ¿OK?”
A sus 21 años, Mónica Santa María había conseguido lo que cualquier persona anhela en la vida: belleza, fama, dinero, amor y un promisorio futuro. Irónicamente, si bien esta desgastada fórmula de la felicidad funciona para la mayoría, no lo hacía para ella. Había llegado al límite entre la adolescencia y la juventud llevando una carga demasiado pesada sobre sus frágiles hombros. La fama absoluta la había envuelto en una interminable espiral de luces y colores, que la aturdió y la sumió en la más desgarradora soledad. Lo único que pasaba por su confundida mente era encontrar una salida, pero la honda depresión que la afectaba constantemente le generaba una incapacidad para solucionar sus problemas de manera normal.
Cerca de las 3 AM, Mónica decidió llevar a cabo su séptimo intento de suicidio. Paseó una mirada llorosa por la habitación. En la pared frente a ella, leyó en una cartulina azul una oración que termina agradeciendo a Dios por una muerte tranquila. Se recostó sobre su cama, rodeada de peluches y cojines, y cogió la pistola con la empuñadura hacia arriba. La marea subió en sus ojos azules y recorrió lentamente sus sensuales pómulos. Cuando la humedad expelida llegó a sus carnosos labios, le sabía a amargura. Ahora, ya no existía otro sabor más en su vida. El frío cañón de la pistola entró en su boca. Ella apretó el gatillo con furia. El proyectil se abrió como una rosa, destruyéndola en un instante.
La muerte de la “dalina chiquita”, como la llamaban con cariño los niños, fue sinónimo de duelo nacional. El dolor y la consternación se apoderaron de toda una generación de niños que esperaba ansiosamente el fin de semana, donde Mónica les regalaba una amplia sonrisa, los arrullaba con una tierna canción o les soltaba un didáctico consejo en “Nubeluz”. Los pequeños no comprendían como su querida “dalina”, la joven que les hablaba sobre lo bello que era vivir, se sentía miserable y se había auto-eliminado.
Nada ni nadie fue capaz de retenerla en este mundo. Desde temprana edad, Mónica tenía talento y capacidad para desarrollarse en las áreas más importantes de una persona: la ciencia y el arte. Dotada de inteligencia y visión de la realidad, buscaba la parte interior que le faltaba. Se embarcó en una búsqueda desesperada: devoraba libros de yoga y metafísica, con el propósito de encontrar una nueva dimensión del “ser”, que le era tan esquiva. Pero estas aspiraciones chocaban con el papel que le tocaba representar en el medio superficial que tanto detestaba. Hastiada de su eterno rol de actriz, donde llevaba una perpetua máscara risueña, optó por dejar de sufrir. En el lugar donde alguna vez brilló su hermoso rostro, sólo quedó a partir de entonces una sombra de sangre oscura.
En la madrugada del domingo 13 de marzo de 1994, el guardia del edificio donde vivían Mónica y Tino, oyó un disparo,
pero pensó erróneamente que provenía de la escuela de equitación que se
encontraba enfrente.
En la mañana del día siguiente, el lunes 14 de marzo, Mónica Santa María
fue encontrada muerta sobre su cama. Según los primeros exámenes forenses se
determinó que había fallecido 32 horas antes. En un comienzo se creía que su
muerte había sido accidental, lo que nunca se demostró fehacientemente. La
investigación final concluyó que fue suicidio. Una de las pruebas fue el
mensaje de voz que Mónica dejo en la contestadora de Tino: Lo único que
querías es tu pistola. ¿no? No te preocupes cuando yo termine lo que tenga que
hacer, puedes pedirla a César Coello. Y deja de llamar a mis padres y decir que
yo la tengo, porque ellos no te van a creer, creen que estás loco.
Según la investigación policial, las declaraciones del guardia del
edificio y un reportaje del programa televisivo Contrapunto, Mónica
cogió el arma del maletín de su novio, efectuó un primer disparo entre la 1:00
y 1:30 am, supuestamente para probar el arma, y el segundo disparo lo efectuó
alrededor de las 3:00 am, accionado el arma hacia su paladar.
La noticia de su muerte causó gran conmoción en Perú y en otros países de Latinoamérica. Tras este trágico suceso se
inició el declive y posterior cancelación del programa Nubeluz.
Los restos de Mónica yacen en el Cementerio Jardines de la Paz de La
Molina en Lima.
II. CRONOLOGÍA DEL CASO:
2.1. Nació el 6 de diciembre de 1972
2.2. Se consagro como modelo infantil en 1985
2.3. En 1988 apareció por primera vez en el
programa chiquitosos
2.4. En diciembre de 1989 termina el colegió
2.5. En 1990 audicionó para panamericana televisión
2.6. En junio de 1990 antes de grabar el programa
NubeLuz empezó a estudiar la especialización
llamada “empresarios”
2.7. En 1991 inició una relación con Diego Bertie
2.8. En 1992 se ve obligada a dejar sus estudios
2.9. A comienzo de 1993 la depresión de Mónica eran
más fuertes
2.10. El 12 de Marzo asiste a una boda muy
importante
2.11. El 13 de marzo de 1994 se suicidó
III. ANÁLISIS DE CASO
3.1. Argumento 1: Una de las principales
causas del suicidio de Mónica Santamaría es la bipolaridad de su estado de
ánimo ya que su alegría o tristeza se daba de una manera mucho más extrema que las personas que no padecen
esta patología.[]
3.2. Argumento 2: Otra causa que la llevó a
quitarse la vida fue los problemas con la pareja con la que estaba, ya que el
día de su suicidio Mónica Santa María había tenido una discusión con Constantino
Heredia ( su pareja )
3.3. Argumento 3: Otra de las posibles
razónes del suicidio de Mónica Santa María fue su inconformidad hacia lo que habría
logrado , ya que posiblemente era mucha carga el ser famosa a su edad, agregado
a esto el trastorno bipolar del que padecía y el no poder casarse ni de la
forma , ni con la persona que ella tanto amaba ya que ese pensamiento era
rechazado por Constantino
Heredia quien era su novio.
IV. CONCLUSIONES:
4.1. La conclusión a la que llegue en el caso de Mónica
santa María después de haber investigado
sobre dicho tema es:
* La
muerte de Mónica Santa María fue un
suicidio lo cual ocurrió principalmente por su problema de bipolaridad el
cual trata sobre el cambio brusco de sus
emociones (alegría – tristeza) la cual siempre la llevaba al límite de sus
actos.
* La siguiente conclusión es que la razón por la cual el día 13 de
marzo de 1994 Mónica Santa María tuvo un cambio brusco de sus emociones se debe a la discusión que tuvo con su pareja por el tema de como ella se
quería casar por lo cual le respondió
diciendo que jamás se casaría con ella.
* La ultima conclusión es que Mónica Santa María
tomo la decisión de suicidarse por su gran incomodidad personal que ella misma
se tenía al lograr grandes cosas pero las cuales la consumían como persona y no
podía ser ella misma, siempre tenía que aparentar sonrisas en todo momento ya
que su propio trabajo y siendo parte del mundo artístico tenía que mostrar
alegría pero en realidad era una persona con mucha tristeza e incomodidad a la
que solo le basto discutir con la persona que ama para que todos sus
sentimientos encontrados exploten en ella y tome la triste decisión de suicidarse
13 de
marzo de 1994.
V. ANEXOS
5.1. Anexo 01:
5.2. Anexo 02:
5.3. Anexo 03:
VI. BIBLIOGRAFÍA
6.1.
http://www.taringa.net/posts/noticias/1978327/Cronica-de-un-suicidio-la-muerte-de-Monica-Santa-Maria-Smi.html
6.2.
http://blogs.elcomercio.pe/santalima/2008/08/28-el-fantasma-de-la-dalina-ch.html
6.3.
http://www.taringa.net/posts/noticias/1978327/Cronica-de-un-suicidio-la-muerte-de-Monica-Santa-Maria-Smi.html
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