INFORME DE LECTURA 09
LÓGICA
CASO:
“EL MONSTRUO DE ARMENDARIZ”
APELLIDOS Y NOMBRES : ALCANTARA
REYES JEEN POOL
AÑO :
C1
SECCIÓN :
A
N° DE ORDEN : 11
FECHA : Diciembre
2013
CATEDRÁTICO :
2013
INTRODUCCIÓN
Hace cincuenta
años, el 12 de diciembre de 1957, fue fusilado en Lima Jorge Villanueva Torres,
ladrón de poca monta acusado de violar y asesinar brutalmente a un niño de 3
años de edad. La prensa limeña lo bautizó como "el monstruo de
Armendáriz". Con ese infame nombre ha pasado a la historia como violador
de niños. La triste verdad es que una ojeada al proceso judicial nos muestra un
caso endeble, y la historia en su conjunto se convierte en una patética alerta
contra la pena de muerte. No existieron pruebas válidas, solo simples indicios
y testimonios sin peso. Tanto es así, que la autopsia del niño nunca mostró
indicios de violencia sexual y una moderna teoría introduce la posibilidad de
un accidente automovilístico. El proceso estuvo cargado de racismo, deseo de
venganza colectiva y el objetivo exacerbado de limpieza social en una Lima
conservadora, moralista y despiadada.
La infografista
Carmen Gallegos acogió la tarea de realizar una info-crónica de estos sucesos.
Entrevistó a testigos de la época, entre ellos un médico legista y a un
periodista, y consultó el Archivo Histórico de El Comercio. En este último
halló material muy interesante, que nos maravilla e inquieta al mismo tiempo:
nuestro diario participó, al igual que el resto de la prensa limeña, en una
campaña mediática repleta de especulaciones, que hacía eco del clamor popular y
que había sellado el destino de Jorge Villanueva mucho antes de que se dictara
su sentencia. Y para ello utilizó recursos gráficos audaces, como la
reconstrucción ilustrada del lugar del crimen, retratos hablados,
foto-composiciones señalando la celda del inculpado y su posible lugar de
ejecución y, finalmente, cuando la suerte estaba echada, el testimonio ilustrado
de Nayo Borja, un dibujante del diario que, según palabras aparecidas en la
portada, "...presenció la ejecución de Jorge Villanueva Torres para
cumplir con su misión informativa (y) ha desarrollado esta composición gráfica
estrictamente ajustada a lo que vió".
El gráfico y la
crónica fueron publicados el domingo 9. La dedicación con que se realizó el
trabajo responde a un intento de mea culpa, que reconoce la responsabilidad de
la prensa en la fabulación de un monstruo inexistente que, como reza el titular,
fue "El Monstruo que Lima creó".
I.
PRESENTACIÓN
DEL CASO
Transcurría el año 1954, en la ciudad capital de Perú,
Lima; un turronero que trabajaba en la calle Atahualpa, hoy Alberto Lafón, al
cual le agradaban los pequeñuelos que jugaban con él, un día le compró un dulce
a un niño que siempre pasaba por la zona y cual le tenía mucha confianza, a los
siguientes dias el 09 de setiembre se anuncia en los medios de comunicación de
todo Lima la horrenda noticia:
- "El cadáver de Julio Hidalgo Zavala, un niño de
tres años y medio, fue hallado en una covacha en la Quebrada de Armendáriz, el
cuerpo fue encontrado en posición decúbito ventral, parece ser que un
"anormal" haya violado al menor".
La gente que conocía la dudosa amabilidad del hombre
turronero con aquellos niños de la zona, les dieron muchas sospechas y junto
con la prensa empezaron a declarar en contra de aquel hombre y se inició su
feroz cacería, es que aquel hombre coincidía con aquellas descripciones de los
policias:
- "Estatura baja, moreno, azambado y de ojos
razgados".
Aquel hombre vivía con el miedo en la sangre por aquellas
acusaciones de toda la gente, se la pasaba errante ya que su persecución era
diaria, hasta que fue hallado, una semana después los medios de comunicación
exponían como el asesino a Jorge Villanueva Torres; después de una cruel
tortura la prensa dio a conocer alegremente que aquel hombre lo habían hecho
confesar y que era dicho asesino.
Pasaron tres años de penurias para el dichoso
"Monstruo de Armendáriz" así fue llamado por la multitud limeña, su
abogado tomó la defensa y logró que en un mes y medio se retirara el cargo de
violación, pero nadie le quitó a aquel hombre el sufrimiento que sentía por las
falsas acusaciones que se le tildaban, los magistrados lo condenaron a muerte
por homicidio, el miedo y el dolor inundaban mas su mente.
El 12 de diciembre de 1957 al promediar las 5:30 de una
friolenta y nublada mañana, fue llevado con mucha violencia a la Penitenciaría
de Lima, situado en lo que hoy se conoce como el Sheraton y el Centro Cívico,
había sido insultado, golpeado, tratado como la peor bestia del mundo, caminaba
esposado, con un overol jean azul muy gastado y descalzo, caminó hasta el patio
donde sería ejecutado, Víctor Maurtua, quién era médico legista presenció la
ejecución colocándole un pedazo de cartón envuelto con un trapo negro en el
pecho para fijar la puntería, después de 10 minutos, dos balas impactaron el
cuerpo de aquel hombre dejándolo muerto en el pavimento con los ojos medio
abiertos.
El protocolo de autopsia estableció que no había signos
de violación; ahora solo queda despejar la duda si es que se trató de un
crimen.
II.
CRONOLOGIA DEL
CASO
a)
En
la mañana del 8 de setiembre, dos jóvenes estudiantes que recorrían la quebrada
de Armendáriz quedaron pasmados ante un sobrecogedor hallazgo. El cuerpo sin
vida de un niño de tres años, con huellas de haber sido golpeado en la cabeza,
se encontraba en una covacha de Barranco. El horror se divulgó rápidamente por
las calles. El lugar se colmó de policías, periodistas y curiosos. Un hombre de
mediana estatura, delgado y de bigotes ralos se acercaba. Era el albañil
Abraham Hidalgo. Desde la noche anterior estaba buscando a su pequeño hijo
Julio Hidalgo Zavaleta.
b)
Se
abrió paso entre el tumulto. Ya cerca, solo su grito de dolor despertó la
avidez de los reporteros y de los detectives. Era su hijo.
c)
Al
día siguiente, los canillitas voceaban titulares de los diarios que divulgaban
el crimen de la quebrada. En las radios el crimen era motivo de comentarios que
se repetían en buses, esquinas y bodegas.
d)
Todos
exigían a la Policía la captura del homicida. Los padres de familia temían por
la suerte de sus hijos. Decenas de guardias civiles y republicanos se
desplazaban por las calles barranquinas indagando y buscando una pista para dar
con el criminal. Hubo redadas en bares, billares y en cantinas del hampa
limeña. La población comenzó a presionar: quería un culpable. "Era un
sujeto negro y alto... me compró 20 centavos de turrón para el niño. yo lo
puedo reconocer". El turronero Ulderico Salazar.
e)
Días
después, un vendedor de turrones de nombre Ulderico Salazar Bermúdez se
convirtió en el principal testigo. Aseguró a los agentes que había visto a un
individuo de raza negra que se llevaba al niño por la quebrada de Armendáriz.
f)
Salazar
declararía después a la prensa: "Logré identificarlo porque tenía un dedo
torcido, como el hombre que me compró el dulce para Julito". Desde ese
momento, Jorge Villanueva Torres, conocido como el 'Negro Torpedo' fue bautizado
por la prensa nacional como el 'Monstruo de Armendáriz'. "Yo he cometido
muchos delitos... he sido un hombre malo... pero este, este crimen no me
pertenece". Jorge Villanueva Torres.
g)
La
tarde del 14 de setiembre, un puñado de detectives informó a sus superiores que
Jorge Villanueva había admitido ser el autor del crimen. Fue confinado en la
Penitenciaría Central, una cárcel situada en aquel entonces en el Paseo de la
República. Los diarios y las radios seguían azuzando el fuego del odio
colectivo contra Villanueva. Debía morir. "La ley es dura, pero es la
ley". Leonidas Velarde Álvarez, fiscal de la Corte Suprema.
h)
Pero
el testimonio del turronero fue demoledor. Juró que Villanueva era el hombre
que llevaba al niño a la quebrada. Villanueva se defendió como pudo. Afirmó que
los policías lo habían obligado a autoculparse. Nadie creyó en su palabra, pues
durante la audiencia mostró ser un tipo rebelde, díscolo, conflictivo y
contestón.
i)
El
7 de octubre de 1956 fue llevado por última vez al Palacio de Justicia. Después
de dos años de juicio en el Tercer Tribunal Correccional decidió emitir su
fallo: la pena de muerte.
III.
ANÁLISIS DEL
CASO
El
proceso se inició en el Tercer Tribunal Correccional de Lima, integrado por los
doctores Octavio Santa Gadea, presidente, Octavio Torres y José Merino Reina.
Pasaron
tres años de su juicio, cuando a pedido de Jorge Villanueva, el abogado Carlos
Enrique Melgar tomó la defensa, este era un joven abogado samarquino, que trato
de demostrar que su cliente era inocente, habiendo logrado que, en solo un mes
y medio, se retire el cargo de violación. Los fundamentos de la defensa fueron
que la confesión ante las autoridades policiales se dio porque hubo presión de
tipo moral, y que el hecho de hallar al menor a medio vestir se ha aseverado el
tipo de delito, pudiendo haber sido víctima de un indolente chofer, quien luego
de arrollarlo pudo haberlo llevado hasta el lugar donde lo hallaron,
produciéndose la asfixia por la acción inconsciente del propio menor.
El
testimonio del turronero fue demoledor, este juro que Villanueva fue el hombre
que llevaba al niño a la quebrada, Villanueva se defendió como pudo, afirmo que
los policías lo habían obligado a auto culparse, nadie creyó en su palabra,
pues durante la audiencia demostró ser un tipo rebelde, díscolo, conflictivo y
contestón57.
En
el banquillo del acusado, el “Monstruo de Armendáriz” lloro amargamente, sus expresiones
fueron de desesperación cada vez que los magistrados levantaban la mano
señalándolo como criminal, este manifestaba: “yo no podría matar a un
chiquito”.
En
los rostros de los jueces y Fiscales no se reflejó el menor gesto de piedad por
el “Monstruo de la quebrada”; periodistas, fotógrafos y curiosos que siguieron
paso a paso las incidencias de los últimos debates, centralizaban sus miradas
sobre las caras de los magistrados cada vez que lloraba el acusado. Hubo
silencios prolongados que esperaban una reacción que tardó en llegar.58
El
08 de octubre de 1956 se llegó a sentencia, los magistrados, sometidos a la
presión popular, lo condenaron por homicidio a la pena de muerte, de acuerdo
con el Decreto
Ley
N° 10976, de fecha 25 de marzo de 1949, emitida por la Junta Militar de
Gobierno encabezada por el general Manuel Odría, que modificaba el Código Penal
de 1924.Se fijó nuevas causales para aplicar pena de muerte, extendiéndose la
sanción al que matara a su ascendiente, descendiente o cónyuge, así como al que
asesinara por ferocidad, gran perfidia, lucro o para facilitar u ocultar otro
delito.
Fue
bajo este régimen que se ejecutaron los tres únicos casos de fusilamiento de individuos
violadores de niños59, y en aplicación del artículo 152º del Código
Procedimientos
Penales, puesto que según el protocolo de autopsia de la víctima nunca hubo
violación.
Al
leerse la sentencia, Villanueva estallo en ira, trato de agredir a los
magistrados, fue maniatado, luego con voz quebrada, el sentenciado insistió en
su inocencia, este manifestó: “Yo he cometido muchos delitos…he sido un hombre
malo…pero este crimen no me pertenece”.60
La
sentencia de primera instancia fue confirmada el 09 de diciembre de 1957, manteniéndose
la pena capital para Villanueva por los delitos de rapto y homicidio en agravio
del menor Julio Hidalgo Zavala, delito contra las buenas costumbres en agravio
de Alonso Navega y delito contra la libertad individual en agravio de Donato
Marcelo Rojas y Julio Araveña.
El
fallo decía a la letra: “Con inequívoca certeza de que es agente responsable de
excepcional peligrosidad y conducta inmodificable se reclama la más severa sanción”.
El
abogado defensor, Dr. Carlos Enrique Melgar, pese a sus planteamientos doctrinarios
y legalistas perdió la causa. En vano recurrió al Congreso en la demanda
del
derecho de gracia que contemplaba el artículo 123 de la Constitución del
Estado.
El
Parlamento no se pronunció debido que al computarse el quórum de la sesión del Congreso
que había sido convocada para revisar el pedido de gracia formulado por la
defensa de Villanueva Torres solo respondieron diecinueve senadores, por lo que
se levantó la sesión
"Con
indicios no se condena a muerte. No hay convicción, miente el turronero. En
caso de duda hay que estar a lo favorable al reo, ¡Indubio pro reo!",
(Carlos Enrique Melgar/ Abogado defensor)
IV.
CONCLUSIONES
Los medios que se habían encargado de estar
al tanto de cualquier novedad en este caso que había conmocionado a la opinión
pública se interesaron por relatar los últimos momentos de vida de Villanueva
Torres.
Las últimas catorce horas de vida del
“monstruo de Armendáriz” son una serie de protestas de inocencia y de acusación
a la justicia, el Juez Carlos Carranza Luna fue el encargado de notificar a
Jorge Villanueva Torres de que la Corte Suprema había dado el fallo definitivo,
confirmando la pena de muerte, señalando: “vengo a anunciarle que la condena de
muerte ha sido confirmada y que será fusilado”. El juez pronuncio esas frases que
temblaban y su rostro estaba pálido completamente. La actitud de Villanueva fue serena, había una tranquilidad
rara en él
Al promediar las 5:30 a.m. del 12 de
diciembre de 1957, de una friolenta y nublada mañana, fue llevado con mucha
violencia a la Penitenciaría de Lima, situado en lo que hoy se conoce como el
Sheraton y el Centro Cívico, había sido insultado, golpeado, caminaba esposado,
con un overol jean azul muy gastado y descalzo, caminó hasta el patio donde
sería ejecutado, Víctor Maurtúa, quién era médico legista presenció la ejecución, fue amarrado a un poste de madera
con una soga.
A las 5.38 a.m. se hizo presente en el patio
el pelotón de fusilamiento compuesto por ocho soldados de regimiento de la
guardia republicana, al mando del alférez Orlando Carrasco, y cuando el pelotón
de fusilamiento iba a hacer fuego, grito: “soy inocente, yo perdono a Uds.…
pero a el- dirigiéndose al Juez- asesa…. Y una descarga cerrada corto las
frases, 68sonaron ocho disparos, impactaron tres disparos en su cuerpo,
Carrasco se acercó y de acuerdo a ley le
proporciono el tiro de gracia, acabando todo a las 05.40 a.m., hora en que los
médicos constataron su muerte y el cadáver se bajó del poste, colocándolo en un
ataúd de madera negra, luego de lo cual levantaron el acta de fusilamiento de
acuerdo al procedimiento ordinario.
V.
ANEXOS